La noche fué calurosa y varias musicas de fondo dierón el tostón. De dos a siete dormí, a esa hora me despertó el camión de la basura con su canción „! álegra,el corazón, viene la basura!“ Salsa caliente.
Como respuesta tomamos una ducha fria y a desayunar.
En un agradable café, pedimos, el desayuno americano por 3,50 $ a base de huevos revueltos, los primeros que probaba, cáfe con leche, mantequilla, macedonia de frutas y un zumo natural de papaya Anika se pusó al corriente con la prensa. Por lo pronto, no había alerta de tsunami. Asi que en vista de lo cual, nos fuimos a la hermosa y larguisima playa, de fina y blanca arena, horizonte abierto y el Oceano Pacifico con sus olas gigantes. Dificil de explicar. Una brisa agradable y un vientecillo fresco hacian olvidar la fuerza de sol.
Aquí ví gente de todas las nacionalidades. Guapos, fuertes, chicas preciosas con tanga, pechos de silicona, y melenas cuidadisimas, mujeres ricas ligando cón chigolos. La mayoria erá gente joven.
A lo largo de la playa, había chiringuitos, restaurantesy sombrillas con tumbonas para alquilar. Por allí pasaban docenas de personas ofreciendo comia y bebida. Las hamburgesas estaban deliciosas.
El ambiente chick, estético y de gran colorido.
Al atardecer, vimos como la bola gigante del sol desaparecía en el mar. La mente, en ese instante sosegada y en silencio, vagaba por el oceano.
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