De nuevo en „casa“ sentada frente al „computador,“ sin saber como empezar. Estas cortas pero intensas vacaciones de Semana Santa en Cuenca, me han dejado tan corta de palabras, que me resulta dificil contar lo vivido. Algo lindo.
Cuenca, la Atenas del Ecuador, fue Colonia española hasta el mil ochocientos, que se independizó. Por tal motivo, tienen sus Palacios, Casa nobles, multiples Iglesias, Conventos, y Catedrales. La Nueva, y la Vieja (1534), gran influencia, del periodo colonial.Sobre todo, en estilos, arquitectura, patios interiores, calles empedradas, balcones con macetas, de barro, plantas y flores.
Caminar por la ciudad es como encontrar tus raices.
Los españoles llamarón a Cuenca „Santa Ana de los Cuatro Rios“ pues la cruzan cuatro. Nosotras paseamos a orillas de tres.
El Tomebamba-Valle de los Cuchillos, El Machangara y El Tarqui.Todos de corriente muy fuerte y aguas claras. Caminando, el aire se sentía, puro y fresco. El cielo era azul intenso cón nubes blancas.
Una vista panoramica de la ciudad la tuvimos, desde un autobus, en un circuito turistico que hicimos, cón guia incluido.
Resulto muy lindo e instructivo porque ademas conocimos las cercanias de Cuenca. Comimos al aire libre frente a una ermita donde habia una procesión. El ambiente alegre, cálido y divertido.
Aquí y en el hotel tuvimos ocasión de estar con niños de los cuales me llevo un recuerdo muy positivo. Siempre, educados y atentos.
En el hotel las noches eran silenciosas y los desayunos tranquilos, a pesar de haber nueve niños.
El colorido, de sus gentes, en parte Indigenas y en gran parte mezcla del pueblo español. De sus plazas, donde encuentras de todo. Tanto
un cielo muy azul es digno de ser visto una vez en la vida.
un lapso de
tiempo
minutos segundos
horas
un
ápice de luna
mares
donde
estrellas
en la noche
dormitan.
